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. Las Musas

Ana Magnabosco

Ana Magnabosco

Foto: Cristina Lampariello

Ana Magnabosco es Dramaturga, Guionista, Docente y Directora teatral.

Ejerce la docencia artística desde el año 1972 al presente. Su actividad la ha realizado en diferentes ámbitos comunitarios: Bibliotecas, Clubes, Escuelas, Liceos, Asociación Gral. de Autores del Uruguay, haciéndolo  en la actualidad en el Taller de Narrativa y Dramaturgia creado por ella: LAS MUSAS y en el Programa "Esquinas" de la Intendencia Municipal de Montevideo.

A lo largo de su carrera ha realizado ponencias, proyectos, talleres  y actuado como jurado en numerosas instancias relacionadas con el Teatro.

La calidad de su participación en conferencias y seminarios en diversos eventos internacionales, hace que sea solicitada regularmente para nuevas ponencias y seminarios

Integra la AGADU (Asociación de Autores del Uruguay),  la SUA (Sociedad de Actores del Uruguay). Desde 1994 integra el Consejo Directivo del  ITI (Centro Internacional del Teatro - Filial UNESCO) y desde los inicios (1983) participa del  Movimiento "ENCUENTRO de TEATROS del INTERIOR".

A partir de 1995 y hasta el 2000, trabajó por el Teatro, en el Departamento de Canelones (Uruguay) fundando y dirigiendo los Grupos Teatrales Independientes: EL RETABLO - Las Piedras  (1995 -1997)  ATAHUALPA - La Paz (1996)  TIR  las Piedras (1998) TACUABE - Las Piedras (1999 - 2000)
Con dichos Grupos estrenó 9 espectáculos, destacándose entre ellos ESTACION LAS PIEDRAS, sobre investigación de la identidad local y la memoria colectiva. 
                                                 
Ha sido la Guionista del Programa  CUENTOS PARA VER, sobre narradores uruguayos, dirigido por Juan C. Rodríguez Castro - TV CIUDAD - Montevideo (1999) y fue creadora de los guiones para las películas: SE VENDE CASITA CON JARDIN,  Montevideo (1985),  la cual fue seleccionada al PREMIO "FELIX OLIVIER", en el  1er. Concurso de CINE NACIONAL - CANAL 5 SODRE.  Montevideo (2001).

Entre los años 2001 y  2004, creó y organizó  los famosos "TE LITERARIOS" en "Los Parrales" (Espacio cultural creado por ella en el barrio Colón de Montevideo).
 
Desde el año 2003 a la fecha coordina, junto al dramaturgo Ariel Mastandrea, el Plenario de Dramaturgos Uruguayos creado por ambos.
                                        
También en el 2003, dicta Talleres Literarios de Narrativa y Dramaturgia, en la Asociación General de Autores del Uruguay. (AGADU)

Desdeel 2003 al 2005 colaboró con el Suplemento Cultural "Siete sobre Siete", creando y dirigiendo la página "La voz singular" en la cual se dan a conocer trabajos de nuevos escritores uruguayos.

En noviembre del 2004, la Asociación Mundial de Mujeres Periodistas y Escritoras (AMNPE), la nombra "Socia de Honor", en Acto Académico realizado en la Casa de Juana de Ibarbourou.
                 
En diciembre del mismo año, funda en la ciudad de Montevideo, el Café- Taller LAS MUSAS, lugar de tertulias y talleres literarios.                             

Premios obtenidos hasta la fecha.

Premio FLORENCIO al mejor texto de autor nacional.
Premio Dramaturgia INTENDENCIA M. de MONTEVIDEO.
Premio CAJA NOTARIAL.
Premio Dramaturgia SOCIEDAD URUGUAYA de ACTORES.
Premio BIENAL de TEATROS del  INTERIOR.
Premio "El humor de las mujeres" - Diario LA REPUBLICA.
Por 4 veces el Premio ANUAL de LITERATURA del MINISTERIO de EDUCACION y CULTURA.
Premio TABARE  2000 al MEJOR PROGRAMA DE FICCION de la TV NACIONAL,
por "CUENTOS PARA VER" producción de TV Ciudad.
Premio AGADU - Concurso ESTRENARTE - 2001.
Premio mención  "Cincuentenario del TEATRO CIRCULAR" - 2003
Premio "ATTORI IN CERCA  D´AUTORE" - Italia - 2003
Premio MEC  - Ministerio de Educación y Cultura-  "Breves historias de mujeres uruguayas" 2003.
Premio JULIO SOSA - 2004. En reconocimiento a su labor por el Teatro y la Cultura en la ciudad de Las Piedras - Canelones.

Títulos de sus obras estrenadas:

EL OJO DE DIOS - Paysandú - 1983
SENTARSE A ESPERAR - Treinta y Tres - 1985
VIEJO SMOKING - Montevideo - 1988
PUNTO ATRÁS - Treinta y Tres - 1989
SANTITO  MÍO  - Montevideo - 1989
LAS MAGICAS NOCHES BAILABLES DEL PEPE PELAYO - Montevideo - 1989. 
RAUL APRENDE A BORDAR - Montevideo -1990
FAMILIARES DEL SEÑOR GONZALEZ - Montevideo - 1991
PECADOS EN ESCABECHE - Montevideo - 1993
CUAL RETAZO DE LOS CIELOS - Montevideo 1994
LA PERSEGUIDA HASTA EL CATRE - Montevideo 1995 
CON LA AYUDA DE MIS AMIGOS - Montevideo 1995
VENUS EN LA PLAZA - Montevideo - 1996
¡QUÉ INVENTO LA MAESTRA! - Montevideo 1996
DULCE COMPAÑÍA - Colonia - 1996
EL EQUILIBRISTA - Lavalleja - 1996
ESA LOCA PASION - Canelones - 1997
CUARTOS DE LUNA - Montevideo - 1997
ESTACIÓN LAS PIEDRAS - Canelones -1997
DON PEPE EN EL JARDIN - Montevideo - 1998
LA NIÑA QUE RIEGA LA ALBAHACA - (versión sobre F. García Lorca)
Canelones - 1998
UNA FRANCESA LLAMADA IGUALDAD - Francia - 1998
EL TERCER TIEMPO - (versión sobre texto de Ricardo Faccio) Montevideo - 1998
CARDENAL AMARILLO: ¿DÓNDE ESTÁS? - Montevideo - 1999
AGARRATE CATALINA - Canelones - 1999
LA PULPERA DE SANTA LUCIA - Canelones - 1999
DE TANGO SOMOS - Canelones - 2000
EL TESORO DE LAS MASILOTTI - Montevideo - 2001
EL HOMBRE DEL CONEJO - Montevideo - 2002
TRAMPA PARA RATONES - Río Negro - 2003
MORTADELA - Italia - 2003
DELIRIOS DE MUJER -  España 2003
PAPELONES HACEMOS TODOS - Montevideo 2004

Dentro de los innumerables proyectos realizados se destacan entre otros:

Ante la Intendencia Municipal de Montevideo:

Dirección de Cultura  -  "VISITA GUIADA AL TEATRO SOLIS"
 "TEATRO EN VIDEO" en coautoría con el cineasta Juan C. Rodríguez Castro.
Comisión de la Tercera Edad - "AL TEATRO CON LOS NIETOS"
Comisión de Juventud - "PRODUCCION del ENCUENTRO de TEATRO JOVEN"
Fondo Capital -  "ANIMACION TEATRAL EN MUSEOS" en coautoría con la historiadora Ana Ribeiro.
Dirección de Cultura - Bibliotecas Municipales "ESCRIBIR CON HUMOR"

Ante el Ministerio de Educación y Cultura:

Departamento de Letras - "TALLERES de DRAMATURGIA en el INTERIOR "
Ante la Intendencia Municipal de Canelones:
"EXTENSION TEATRAL ESCOLAR para el DEPARTAMENTO"
"TALLER LITERARIO  en CASA de LA CULTURA - Las Piedras

Ante la comunidad:

"ENTRE MUJERES" - (Teatro en Barrios Montevideanos,  en apoyo al trabajo del PLEMU - Guiones específicos y dirección del Grupo Teatral ANDARIEGO)
"TALLERES TEATRALES para niños, jóvenes y adultos"  La Paz - Las Piedras.
"TEATRO HERRAMIENTA PEDAGOGICA" - (Talleres para maestros)
"1er. FESTIVAL de OBRAS de AUTOR NACIONAL "  (participación de Elencos de todo el país)
"PROYECTOS de CULTURA para el DEP. de CANELONES - Grupo ARTE de Las Piedras.
"ANIMACION TEATRAL del MUSEO" - Museo de Historia Natural - Montevideo.
" CREACION DEL TEXTO y REPRESENTACION"  - Proyectos MES y FOD - Liceo 2 de La Paz y Liceo 18 de Mayo de El Dorado.
"CICLO de TEATRO LEIDO" (Foro con los dramaturgos) - Las Piedras.

Ha realizado entre otras, las producciones de dos macro espectáculos, con dirección de María Dodera:
ELECTRA - Plaza de Los Inmigrantes - Barrio del Cerro - Montevideo.  (1994) Casa Pueblo -  Punta del este - Maldonado.
ZARATUSTRA - Salón de Los Pasos Perdidos  -Palacio Legislativo - Montevideo.  -  Subte Municipal - Montevideo . (1995)

Algunas de las conferencias y seminarios internacionales en los que ha participado:

"Dramaturgia y Puesta en escena en América Latina y el Caribe" - Montevideo  (1990)
"Primer Encuentro Mujer y Teatro" - Buenos Aires - (1992)
"Uruguay Literario" Casa de América - Madrid - (1996)
"Jornadas Mujer y Teatro" -  Montevideo - (1996)
"1er. Festival de Autor Nacional " - Las Piedras - (1997)
"Festival teatral de Buenos Aires" - Buenos Aires - (1998)
"Congreso de Dramaturgos Iberoamericanos" - Montevideo - (1999)
"Ciclo de Teatro Leído" - Las Piedras - (2000)
" III Congreso Nacional de Dramaturgos" - Argentina - (2001)
"Animación Teatral en Museos" - Museo de Historia Natural - (2002) Montevideo.
"Teatro uruguayo contemporáneo" - Italia 2003.
"Congreso Iberoamericano del ITI - Centro Internacional del Teatro - Argentina 2003.

 

Juana de Ibarborou

Juana de Ibarborou

 Nacida en la ciudad de Melo, capìtal del Departamento de Cerro Largo situado en el extremo Este de la frontera entre la República Oriental del Uruguay y la República Federativa del Brasil, el 8 de marzo de 1895 — día de San Juan — (aunque algunas fuentes mencionan el año 1892) y fallecida en Montevideo el 15 de julio de 1979, fueron sus padres los esposos Vicente Fernández, oriundo de la región española de Galicia, y Valentina Morales, también nacida en la ciudad de Melo.

Bautizada, entonces, como Juana Fernández Morales — en cuya ceremonia fuera su padrino Aparicio Saravia — adoptó como seudónimo literario — nombre ficticio utilizado para identificarse artísticamente — el de Juana de Ibarborou. En realidad, ése era el apellido de su esposo, por lo cual su seudónimo surgió de su vínculo matrimonial.

De su infancia y juventud — transcurridas en la misma ciudad de Melo y ocasionalmente en los campos cercanos — se conoce relativamente poco. Algunos detalles generales provienen de ella misma, por referencias contenidas especialmente en su libro “Chico Carlo”, y en el discurso que pronunciara en 1947, cuando tuvo lugar su incorporación a la Academia Nacional de Letras. Cursó estudios primarios en una Escuela pública de Melo — que actualmente ha sido designada con su nombre literario — y secundarios en un colegio religioso. Se interesó asimismo en el aprendizaje del idioma francés que, en esa época, era el segundo idioma preferido por quienes procuraban acceder a un superior nivel cultural.

Según algunos cronistas literarios, fue su profesora de francés la que, percibiendo su temprana inclinación a la poesía, le facilitó el acceso a algunos poetas franceses en boga; especialmente Anne de Noailles, de cuya obra perciben fuerte influencia en su formación literaria y en su obra inicial. También se menciona en su orientación hacia la literatura versificada, el influjo de su padre, quien — según ella misma relatara — solía recitar versos del poeta español Espronceda y de la poetisa Rosalía de Castro; esta última venerada por los inmigrantes de Galicia, por sus poemas en gallego, que les rememoran su tierra natal: “airiños, airiños aires, airiños da miña terra”.

En el año 1914, cuando contaba diecinueve años, contrajo matrimonio con el entonces Capitán del Ejército Lucas Ibarborou; quien en su carrera militar alcanzó el grado de Mayor.

Durante los siguientes cuatro años, siguiendo los destinos de servicio de su esposo, el matrimonio hubo de residir en diversas localidades del país. Hasta que, en el año 1918, se establecieron definitivamente en Montevideo, en una modesta vivienda situada en la calle Asilo, en el barrio de La Unión, posiblemente por razones de cercanía con la Unidad en que servía Ibarborou. Posteriormente, el matrimonio residió por varios años en una cómoda casa de dos plantas, situada en la calle Comercio, en el mismo barrio, cercana a la playa de El Buceo; por lo cual ha mencionado que escribía en una habitación desde la cual veía por la ventana las aguas del Río de la Plata. Por cierto que Juana de Ibarborou, ya viuda, vivió sus ultimos años, solitaria y recluída, en una antigua residencia solariega situada en la Avda. 8 de Octubre frente a la calle Mariano Moreno, en los límites del mismo barrio de La Unión, lindera con el Hospital Central de las Fuerzas Armadas.

Según las crónicas, en su modesta vivienda de la calle Asilo, y pasando estrecheces económicas, compartió las labores hogareñas y el cuidado de su hijo todavía pequeño, con la elaboración artesanal, y venta, de flores artificiales; habilidad que había adquirido en el Colegio, (en época en que tales capacitaciones formaban parte de la enseñanza de las jóvenes). Habiendo comenzado a escribir poemas en su adolescencia, siguió cultivando esa afición; inspirada en lo cotidiano, para transformarlo en poesía:

¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen.
Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen.
Mi amante, besóme las manos y en ellas
Oh, gracia! brotaron rosas como estrellas.
 


 Había publicado anteriormente algunos poemas en periódicos de la ciudad de Melo (también, en una época en que los diarios publicaban poesía) utilizando como seudónimo el afrancesado de Jeannette d'Ybar. Ahora pudo reunir un grupo de poemas, conformando un breve libro; el cual sometió al juicio crítico de Vicente Salaberry, quien dirigía una página literaria en el diario La Razón, que aparecía en Montevideo. Entusiasmado con lo que consideró de gran valor literario, Salaberry publicó en ese diario una página en que, bajo el titular “La revelación de una extraordinaria poetisa” formuló sus opiniones laudatorias e incluyó varios de los poemas.

Ese primer libro se publicó en 1919 — ya identificada como Juana de Ibarborou — por una editorial de Buenos Aires, con el título de marcada tonalidad modernista, de “Las lenguas de diamante”; con un prólogo escrito por el novelista argentino Manuel Gálvez.

Ciertamente, para esas fechas, el movimiento literario del modernismo, había perdido buena parte de un predominio que, gracias a la extraordinaria veta poética de Julio Herrera y Reissig y del nicaragüense Rubén Darío había alcanzado todos los ámbitos de la poesía en español, y naturalmente también en nuestro medio literario. Sin embargo, la obra inicial de Juana de Ibarborou, sin duda por influencia de sus lecturas — aunque fueran bastante escasas — incluye el recurso de la referencia a temas, imágenes y expresiones extraídas de los componentes culturales de la antigüedad griega y de otros orígenes europeos; aunque se caracteriza fundamentalmente porque trasunta una actitud vital ajena a la exagerada intelectualización del modernismo, orientada hacia una sensibilidad natural, esencialmente intuitiva.

La crítica literaria señala en sus primeras obras, como un elemento característico, a pesar del empleo de esos instrumentos estéticos de origen modernista, un componente fundamentalmente originario en referencias a experiencias emanadas de la realidad de la vida, con fuerte presencia de los factores de carácter cotidiano, intuitivamente recogidos en su lenguaje poético. Lo cual, evidentemente, no ha sido en sus poemas el resultado de una deliberada elaboración intelectualizada proveniente de una ideología literaria; sino la resultante espontánea de la emotividad, de quien ha sido descripta — al menos en esta primera etapa — como “una joven pueblerina, sencilla, de una cultura elemental y una gran hermosura” que expresó su amor sano y limpio con una autenticidad y una independencia creadora, para la cual los rasgos del antecedente modernista no fueron otra cosa que un instrumento accesorio y hasta transitorio.

Lo que resulta, en definitiva, como valoración primordial de la poesía de Juana de Ibarborou, es una expresión esencialmente femenina de la sensibilidad vital de una persona enormemente espontánea; que recibe el impulso poético proveniente de esa sensibilidad, y lo transporta a la forma literaria en la búsqueda de un resultado estético, sirviéndose de su correlación con aquellos elementos presentes en su sencilla vida cotidiana. En lo cual, indudablemente, debe situarse el origen de lo que, hasta cierto punto, puede considerarse la “popularidad” de su poesía que, aunque indudablemente promocionada por la corporación de los literatos intelectuales — e incluso por los programas educacionales — tuvo resultado y es merecida, debido a su efectiva captación por los lectores corrientes, en base a la autenticidad de los sentimientos que expresa.

 Surgida al ambiente literario con cercana posterioridad a Delmira Agustini, como otra de las escasas representantes de la poesía femenina americana (junto con Gabriela Mistral, Alfonsina Storni y María Eugenia Vaz Ferreira); la obra inicial de Juana de Ibarborou se destacó inmediatamente por su tonalidad temática visiblemente amatoria; impregnada de una sensualidad erótica que, si actualmente puede considerarse apenas insinuada, en su momento resultaba indudablemente atrevida. Claramente originados en los sentimientos y experiencias de adolescente, sus primeros poemas contienen numerosas alusiones al medio campesino y propio de una pequeña ciudad del interior del país de principios del siglo XX:

Desde el fondo del alma me sube
un sabor de pitanga a los labios;
tiene aún mi epidermis morena
no se qué frangancias de trigo emparvado.

Ay!, quisiera llevarte conmigo
a dormir una noche en el campo
y en tus brazos pasar hasta el día
bajo el techo alocado de un árbol.

Soy la misma muchacha salvaje
que hace años trajiste a tu lado.
 

 Al año siguiente, 1920, publicó su segundo libro, “Cántaro fresco”, en el cual persiste la temática de una sensualidad siempre referida a la vida sencilla, hogareña y solariega, vinculada a la naturaleza en su expresión principalmente vegetal. Le siguió en 1922 “Raíz salvaje”, que es por muchos considerado el que trasunta de una manera más lograda la síntesis poética de su sensibilidad vital, en que los sentimientos del amor humano se fusionan con el sentir de la Naturaleza.

Tómame de la mano. Vámonos a la lluvia.
Descalzos y ligeros de ropa, sin paraguas,
con el cabello al viento y el cuerpo a la caricia
oblicua, refrescante y menuda del agua.

¡Que rían los vecinos! Puesto que somos jóvenes,
y los dos nos amamos y nos gusta la lluvia
vamos a ser felices con el gozo sencillo
de un casal de gorriones que en la vía se arrulla.
 


 Su siguiente libro, “La rosa de los vientos” (1930), marca una importante evolución doble de su tonalidad poética; que por un lado se aparta de algunos componentes de tipo modernista, tales como la búsqueda de imágenes elaboradas y el empleo de expresiones dirigidas a conferir sonoridad al recitativo, al tiempo que emplea formas de versificación más libres respecto de los moldes tradicionales, de lo que había aplicado en su producción anterior.

Asimismo, su temática se alejó del naturalismo asociado a la sensualidad vital, para orientarse hacia expresiones subjetivas referidas al avanzar de la vida y su transcurso hacia la muerte. Evolución en la cual se ha señalado una correlación entre la vitalidad y el naturalismo juvenil, y la conciencia de las responsabilidades y los destinos, propia de la madurez. Acaso, el empleo de un lenguaje que se evidencia como mucho más elaborado, que se aleja bastante de su sencillez y cotidianeidad inicial, pudo ser consecuencia de haberse visto inserta en la corriente de la fama literaria, y consiguientemente comprometida a asumir sus elaboraciones conceptuales, separándose de la espontaneidad e intimidad de sus orígenes poéticos.

Hora de los navegantes extáticos
sobre los mares de basalto y de turquesa.
El viento suena sus crótalos de cobre
y en la proa de mi barco cae una estrella.

Iremos al país de los caminos iluminados
por el mirasol giratorio de los sueños.
Toma la dirección de mi navío
tú, que conoces los nocturnos océanos.

 

 Incorporada rapidamente al “Parnaso”, aceptada por cooptación como miembro pleno en la institucionalidad literaria, Juana de Ibarborou cosechó de manera generosa — por cierto que merecidamente, en su caso — los elogios con que los capitostes de la cultura se disciernen en reciprocidad el estrellato de su género, salvaguardando con ello su propia autoridad intelectual.

El 10 de agosto de 1929, en el Salón de los Pasos Perdidos del recientemente inaugurado Palacio Legislativo de Montevideo, Juana de Ibarborou fue proclamada “Juana de América”; en un acto multitudinario en que tuvieron participación protagónica el escritor mejicano Alfonso Reyes y el poeta uruguayo Juan Zorrilla de San Martín.

Sin embargo, Juana de Ibarborou se encontró en buena medida sorprendida por su notoriedad literaria y su popularidad. “¿Qué hay de grande en mi poesía?” expresó al ser aclamada como Juana de América; dejando a salvo que no había buscado ni alentado ese homenaje. Su propia interpretación acerca de la realidad que a su propia persona le tocó vivir, está expuesta en su poema “Autorromance de Juanita Fernández”, escrito en 1955:

Primero, novia del aire,
y después, de un capitán.
Andaba Juanita, andaba,
y era rica más y más.
¿Qué importan la casa pobre,
los vestidos de algodones,
los zapatitos de cuero,
la blusa sin prendedores?

Y cuando muera Juanita
a gritos todos dirán
que fue bendito aquel día
ocho de marzo, San Juan
de Dios, en tierras de Melo
que la historia alabará.

Y ha de dormirse llevando
sobre la mortaja un sol:
el de un amor silencioso
que nadie le adivinó.

 

En definitiva, Juana de Ibarborou obtiene la admiración de sus lectores, a partir de un estilo que por encima de los recursos un tanto artificiosos propios del modernismo, expresa su sentir íntimo con la fresca espontaneidad de una muchacha simple, cuyo amor juvenil por la vida y la naturaleza se expone con alegría y con libertad, en un lenguaje que siempre resulta directamente accesible a todos. Los cambios operados en la tonalidad de su poesía a lo largo del tiempo, son reflejo de las mutaciones operadas en su propia vida emotiva, lo que legitima la continuidad de su obra.


 Además de su numerosa producción poética, Juana de Ibarborou escribió también obras en prosa; en el extenso período comprendido entre 1930 y 1950, transcurridos entre la publicación de “La rosa de los vientos” y “Perdida”.

“El cántaro fresco”, aparecido en 1920, fue su primer libro de prosa; en el cual presenta cuadros breves en que la autora dialoga con objetos y seres menores de la naturaleza, empleando siempre un lenguaje familiar y de fácil comprensión.

Dos libros publicados en 1934, recogen la veta mística de Juana de Ibarborou, como católica practicante: “Loores de Nuestra Señora” en que expresa su devoción hacia la Virgen María, y “Estampas de la Biblia”.

“Chico Carlo”, aparecido en 1944, contiene evocaciones de sus años y lugares juveniles, en sus ambientes familiares, expresadas en narraciones breves. El mismo sentido evocativo tiene “Juan soldado”, de 1971; donde una narrativa de ambiente campesino le permite recrear personajes y ambientes de su época juvenil.

 

Premios y distinciones.

 Además de su consagración como “Juana de América”, en 1929, Juana de Ibarborou recibió numerosas expresiones de reconocimiento por su labor literaria:

En 1931,su libro “La rosa de los vientos” fue distinguido en la ciudad suiza de Ginebra, con la Orden Universal del Mérito Humano.

En 1935, recibió la Medalla de Oro de Francisco Pizarro, en el Perú.

En 1937, en Bolivia se la distinguió con la Orden del Cóndor de los Andes.

En 1938, recibió también en el Perú la Orden del Sol.

En 1944 obtuvo el primer premio del Ministerio de Instrucción Pública del Uruguay, con medalla de oro.

En 1945 se le discernió en Brasil la Orden do Cruçeiro do Sul.

En 1946 recibió en Bélgica la Cruz del Comendador del Gran Premio Humanitario.

En 1947 fue elegida miembro de la Academia Nacional de Letras, con medalla de oro.

En 1950, fue designada Presidenta de la recién fundada Sociedad Uruguaya de Escritores.

En 1951 recibió la medalla de oro de la Orden Carlos Manuel de Céspedes, en Cuba.

En 1953, se la designó “Mujer de las Américas”, siendo invitada con tal motivo al que fue su único viaje al exterior, a los Estados Unidos.

En el mismo año de 1953. fue condecorada con la Orden de Eloy Alfaro, de la República Ecuador.

En 1954, con ocasión de realizarse en Montevideo la VII Asamblea General de la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), recibió el homenaje de la misma.

En 1959 le fue discernido el Gran Premio Nacional de Literatura, que se otorgaba por primera vez.

En 1966, su reciente libro “Elegía”, publicado en Palma de Mallorca, fue distinguido con el premio Juan Alcover, de dicha ciudad.


Producción literaria.

 Sus principales libros, son:

“Las lenguas de diamante”, de 1919
“Cántaro fresco”, de 1920
“Raíz salvaje” de 1922
“La rosa de los vientos”, de 1930
“Chico Carlo”, de 1944
“Perdida”, de 1950
“Azor”, de 1953
“Mensajes del escriba”, de 1953
“Dualismo”, de 1953
“Romances del destino”, de 1955
“Canto rodado”, de 1956
“Oro y tormenta”, de 1956
“Tiempo”, de 1962
“Elegía”, de 1966
“La pasajera”, de 1967
“Juan soldado”, de 1971.

Delmira Agustini

Delmira Agustini

(1886-1914)

Nació en Montevideo, el 24 de octubre de 1886. Desde temprana edad mostró aptitudes intelectuales poco comunes. Estudió música, pintura, francés, y escribió sus primeros poemas a los 10 años.

 

Delmira Agustini fue la más destacada poetisa del Modernismo. Exuberante prestigio para cualquier escritora. Pero no para la crítica de Rubén Darío. El gran maestro la elevó hasta la cúspide de la literatura española. La comparó con Santa Teresa. En Pórtico, Darío la proclama como la única, desde la Santa, en expresarse como mujer.

Agustini, con el apoyo de su compatriota María Eugenia Vaz Ferreira, abrió las puertas a la poesía femenina. Cierto que tenemos el orgullo de tener sobre pedestales bien merecidos a varias notables escritoras que deleitaron nuestra literatura antes que ella. Pero esta joven uruguaya ignoró las barreras y narró sus sentimientos tal y como los sentía. Inadvertidamente - ¿quizás? - logrando lo imposible, la igualdad del género sin competir con el sexo opuesto.

Fascinación causó en sus lectores, entre los cuales se encontraban los más notables escritores en boga. A pesar de su extremado erotismo no existe una sola desfachatez ni vulgaridad en sus obras. Su forma y expresión poética es considerada a la par con la de los más distinguidos modernistas, los cuales se esforzaban al máximo por alcanzar la perfección. La musicalidad de sus versos también es obra de admiración. Y con respecto a la espiritualidad en la sensualidad, bueno, ahí Agustini se encuentra muy aventajada en una clase por sí sola.

Estudios de sus cuadernos prueban el esmero que desarrollaba en la purificación de sus obras. Su diversificación y proliferación también son destacables. Razones por las cuales han habido muchos entendidos en la materia quienes han afirmado que si hubiera tenido la oportunidad de madurar su talento unos escasos años más, hubiese matizado los ensueños de los ángeles.

La Personalidad de Delmira

Hay muchos estudiantes de Delmira Agustini que aseguran una doble personalidad. Algunos aclaman que tenía tres. Otros han llegado a la conclusión que durante la redacción de sus composiciones era poseída por algún ser del más allá. Definitivamente se comportaba muy diferente a los sentimientos que desbordaba sobre el papel.

Ofelia Machado, en su formidable estudio publicado en 1944, realizó ciertas entrevistas con personas que tuvieron la dicha de haber tratado con la poetisa. Machado nos relata que todas aquellas personas coincidían en describirla como un modelo ejemplar de la conducta correcta. Seria y a la vez muy amable, respetuosa siendo atenta y cordial, honrada sin ser avariciosa, simpática pero no burlona. Hacia su madre era sumo su respeto y su cariño, dijeron muchos que era tal la obediencia que llegaba al punto de demostrar cierta sumisión.

Con respecto a sus relaciones amorosas, sólo se le conocen dos ocasiones donde definitivamente Cupido acertó sus flechas doradas. La primera terminando antes de empezar. De la cual la poetisa quedo emocionalmente desbastada. Y la segunda con el hombre que sería el amor de su vida y su muerte, Enrique Job Reyes. Con él fue al altar después de un noviazgo de varios años. Terminando ella la unión matrimonial a los veintiún días. Pero no la relación amorosa. El divorcio se desarrollaba en las cortes mientras la pareja continuaba como amantes en citas a escondidas.

Quizás Delmira haya sido la mujer más cerebral, y sin duda espiritual, en describir las cosas del amor físico. Sin embargo, basándonos en los estudios de varios autores de gran talento y cierta relación con Agustini, es muy posible que Reyes haya sido el único hombre en su vida. No fue por falta de pretendientes, dicen que además de ser muy bonita y tiposa demostraba una gracia en su porte que deslumbraba a los hombres. Y eso es sin tocar el tema de la elocuencia o la narración. El Uruguay, mucho antes del resto del mundo, ya aceptaba el divorcio y el respeto hacia la mujer como persona. Y la familia, a pesar de ser conservadora, era adoración lo que tenían con 'La Nena'. No existía nada externo a su persona que le impidiera actuar de la forma que ella quisiera.

Durante el tiempo que duro el divorcio, como ya mencionamos, se siguió viendo con su ex-esposo. También demostró una pasión mucho más avanzada en sus cartas personales y algunos de sus poemas, con cierto descontrol pero no vulgaridad y mucho menos desfachatez. Se le notó un recelo, no común antes de su matrimonio, hacia su correspondencia que era toda su vida privada. Aun así, no se ha confirmado ninguna cita indiscreta excepto a las que acudía con Reyes. Estamos seguros que si hubiera sucedido, la prensa lo hubiera encontrado y divulgado.

Dicen que redactaba de noche, a la luz de una vela. O en el parque, al que gustaba ir de paseo. Según los comentarios del hermano, que Machado nos proporciona, también cuando tocaba el piano. Era común verla parar de tocar para escribir apresurada un verso o un poema entero. En 'El Rosario de Eros' el editor hace un recuento, aparentemente dictado por la familia, de la vida de Delmira. Es cierto que se nota un poco propenso a la exageración sentimental, pero si leemos entre las líneas, podremos captar muchos datos de la personalidad de la poetisa. Tal recuento se titula RUMBO.

Las Obras Literarias

 

Durante su vida, Delmira Agustini publicó algunas de sus poesías en revistas. La mayor parte de estas composiciones fueron redactadas en español con un pequeño pero significante repertorio en francés. Reunió varias de aquellas en español y añadió otras, creando los tres poemarios que vio realizar. Esto libros fueron:

El Libro Blanco (Frágil) 1907

Cantos de la Mañana 1910

Los Cálices Vacíos (Poesías) 1913

Después de su fallecimiento, el señor Maximino García, en colaboración con la familia de Delmira, preparó dos tomos de composiciones completas. En estos poemarios se recogieron muchas de las obras publicadas y otras que habían permanecido inéditas hasta entonces. Acción que causo cierta polémica. Ha pesar que apoyamos el criterio de respetar las publicaciones como las publicó la poetisa, recomendamos estos dos tomos por su actualización del idioma.

El Rosario de Eros 1924

Los Astros del Abismo 1924

Con el transcurrir de los años han surgido descubrimientos de obras que nunca se publicaron en los cinco libros ya mencionados. Algunas de estas composiciones las presentamos en la sección de otras composiciones en este estudio.

Muchas otras obras póstumas de variada exposición y profundidad han aparecido en años posteriores. Entre las de mayor significado y dignas de ser hojeadas por los futuros estudiantes de Delmira Agustini encontramos: Delmira Agustini por Ofelia Machado Bonet de Benvenuto. 1944.

 

La Vida de Delmira Agustini

La vida de Delmira Agustini se desarrolló dentro de un ambiente familiar destacado por excesivos mimos y adulaciones. La niña de la casa en una familia emocional, funcional y estable. Un caso típico en muchos hogares. Con la peculiaridad, y terrible dicha, que la niña era superdotada en cuestiones de la lírica, los pensamientos y las emociones. Y la insuperable desgracia de un presagio donde el destino le reservaba un encuentro trágico y fatal.

Nacida en Montevideo, ciudad capital de un país relativamente pequeño y algo conservador. Un país de excesivo respeto al prójimo en lo personal y a los derechos de las mujeres en lo general. Tal y como es hoy en este respecto, era entonces. De una madre de procedencia argentina, quien se enorgullecía en ser el horcón familiar y en no recatar en la adoración hacia su hija. Mientras que el padre se ocupaba de mantener la familia en una posición desahogada, sin complaserce con el segundo lugar en la idolatría hacia la niña. Debe de haber sido algo difícil para el hermano mayor por cinco años y otro único hijo del matrimonio.

La educación que recibió Delmira fue un poco diferente a la que reciben la mayoría de los niños en nuestros tiempos. No creemos que era la típica en su época tampoco, ya que esto hizo efecto de sorpresa entre sus contemporáneos. Y también sabemos que desde antes de aquellos tiempos Montevideo ha ofrecido buenos centros de educación. La madre le proveyó las enseñanzas básicas en su propia casa. El padre instruyéndola en la música y la pintura. Después de los diez años recibió clases privadas fuera de su casa. Estas instrucciones fueron en francés, pintura y música, materias que dominaría llegando a un nivel bastante avanzado.

No se puede decir que vivió en una urna de cristal. Delmira tenía algunas amigas, muchachas más o menos de su edad. Mantenía amistad personal con la escritora María Eugenia Vaz Ferreira, poetisa de un talento similar pero de forma diferente. También mantenía correspondencia con muchos de los escritores de la época.

A los veintidós años conoció a Enrique Job Reyes. En contra de los deseos de su madre se hicieron novios. Relación que duro unos cinco años terminando en matrimonio. Pero el matrimonio no fue tan afortunado. A los veintiún días Delmira retorno a la casa de sus padres. "No soportaba tanta vulgaridad". Comenzando ella los tramites del devorcio poco después y siendo firmado seis meses más tarde. Lo que es un poco difícil de comprender es que la pareja continuaba como amantes a escondidas durante todo este proceso.

Una tarde, en una de las citas con su ex-esposo, sucedió la tragedia. Reyes le disparó dos veces, falleciendo ella al instante. Acto seguido él se disparo, muriendo dos horas más tarde en el hospital. Y nacieron los rumores. La presa acudió al lugar de los hechos, sin escrúpulos ni decoro, tomando y publicando fotos indebidas. Se sabe lo que pasó, y se sabe algo de como fue, pero nadie ha sido capaz de relatar el ¿ por qué ?.

Florencio Sanchez

Florencio Sanchez

Nacido en Montevideo el 17 de enero 1875 y fallecido en Milán (Italia) el 7 de noviembre de 1910, Florencio Sánchez fue sin duda el primer escritor uruguayo que se destacó en el ámbito literario del Río de la Plata, como autor de obras destinadas a la representación teatral.

Miembro de una familia muy numerosa — tenía 11 hermanos — siendo Florencio niño sus padres se trasladaron primero a la ciudad de Treinta y Tres y luego a Minas, donde realizó sus estudios primarios; y a edad muy temprana publicó en un periódico local algunas crónicas satíricas. En esa misma época, participó como actor y autor en algunas veladas familiares en que se hacían representaciones escenificadas.

Hacia 1892 decidió radicarse en Buenos Aires, donde permaneció por dos años. A su retorno a Montevideo, en 1894, comenzó a trabajar como periodista en los diarios “El Nacional”, “La Razón” y “El Siglo”, de Montevideo en los que publicó entrevistas y especialmente crónicas policiales que adornaba incorporando dialogados de los protagonistas.

Al estallar en 1897 el alzamiento nacionalista liderado por Aparicio Saravia, se incorporó a sus filas en seguimiento de la tradición partidaria de su familia; ocasión en que trabó contacto con algunas destacadas personalidades de la intelectualidad, como Eduardo Acevedo Díaz.

Aunque había realizado algunos escritos políticos y poesías alrededor de 1890, fue a partir de su traslado a la Argentina desde 1900 — donde estuvo primero en la ciudad de Rosario de Santa Fé y luego se radicó en Buenos Aires en 1892 — que comenzó a adquirir cierta notoriedad como periodista y partícipe en los círculos intelectuales de esa ciudad; así como por su frecuentación de los ambientes de la vida nocturna bonaerense.

 Luego de haber publicado diversos escritos de polémica literaria y política, el 13 de agosto de 1903 se estrenó en el Teatro de la Comedia de Buenos Aires su primer obra teatral, “M'hijo el dotor”; la cual tuvo resontante éxito con el que dio comienzo a una breve pero intensa presentación sucesiva de obras, que siempre contaron con gran acogimiento del público, tanto en Buenos Aires como en Montevideo.

El éxito de esta obra, y consiguiente desahogo económico que le representara, llevó a Sánchez a contaer matrimonio con Catalina Raventos — con quien estaba relacionado desde 1897 — el 25 de setiembre de 1903; pero su desordenada vida económica determinó que, en medio de constantes apremios, no solamente vendiera sus obras a diversos empresarios o actores teatrales, por muy poco dinero. Frecuentemente, obtuvo adelantos a cuenta de obras no escritas; lo cual le creó grandes dificultades, obligándole a menudo a tratar de eludir el asedio de sus acreedores y a escribir algunas obras en forma apresurada y entregarlas sin una adecuada revisión.

 La vida viciosa y disipada a que Florencio Sánchez se entregó desde muy joven, necesariamente hizo mella en su salud, llevándole a contraer la enfermedad de la tuberculosis; que estaba bastante extendida en esa época, en que se la designaba como tisis. Es una enfermedad altamente contagiosa, que afecta la capacidad respiratoria reduciendo gradualmente la superficie de los pulmones; produciendo crecientes accesos de tos y expulsión de salivaciones sanguinolentas, que frecuentemente eran el primer síntoma percibido.

De todos modos, luego de haber tenido por varios años el propósito de viajar a Europa para procurarse un mayor éxito teatral y económico; en el año 1909 Sánchez logró una oportunidad de viajar a Europa, mediante el nombramiento que se realizara el Presidente Williman, como "Comisionado" para informar acerca de la conveniencia de que el Estado uruguayo participara en una proyectada Exposición artística en Roma. Embarcó el 25 de setiembre de 1909, en el navío italiano “Príncipe di Udine”, y llegó a Génova el 13 de octubre.

En Italia, se dedicó preferentemente a buscar conectarse con las compañias de teatro, y a gestionar la posible representación de sus obras en España y Francia; lo cual le provocó varios altercados con el embajador Acevedo Díaz, su antiguo compañero en la milicia de Aparicio Saravia, quien le requirió cumplir la tarea para la cual había sido enviado a Italia. Su conducta fue totalmente irregular; al punto de que, en febrero de 1910, habiendo recibido la importante suma de 3000 francos, por los derechos de representación de su obra “Los muertos”, los dilapidó en pocos días en Niza, en aventuras femeninas y apuestas en el Casino.

Luego de haber viajado por diversas cuidades de Italia y del sur de Francia, se dirigió a Milán, que era un importante centro de actividad teatral, para procurar contacto con algunos importantes empresarios teatrales. Allí tuvo ocasión de relacionarse durante dos semanas con José Batlle y Ordóñez, que se encontraba en el período entre su primera y segunda Presidencia de la República, lo que le llevó a concebir grandes espectativas de futuro.

Sin embargo, su enfermedad hizo crisis rapidamente, y luego de un apresurado viaje en ferrocarril a Suiza iniciado a fines de octubre, hacia donde le fuera indicado dirigirse para procurar su recuperación — se pensaba que el aire puro de las montañas alpinas favorecía a los tuberculosos — y donde fue rechazado en hoteles y hospitales, a causa de su enfermedad; debió retornar a Milán en los primeros días de noviembre. Internado en un hospital en Milán el 2 de noviembre, falleció en la madrugada el día 7, contando con la edad de treinta y cinco años.

 

Obra literaria

 A fines del siglo XIX, en los países del Río de la Plata se atravesaba un período de expansión económica — debido a la intensificación del comercio de su producción ganadera, principalmente con Inglaterra. Al mismo tiempo, se incorporaba una gran cantidad de inmigrantes que venían a radicarse en Montevideo y sobre todo en Buenos Aires, desde el continente europeo, principalmente italianos y españoles. Todo ello, trajo como consecuencia el surgimiento de acelerados cambios en la mentalidad y el estilo de vida de importantes grupos humanos.

Entre otras cosas, había el surgido el gusto por los espectáculos teatrales que muchos inmigrantes traían desde sus países de origen; y que paulatinamente atrajo a algunas importantes compañias teatrales europeas, tanto españolas como italianas.

En forma coincidente, había hecho su aparición de un nuevo tipo de espectáculos el drama criolloen que intervenían personajes y costumbres de nuestros países; especialmente los que presentaban situaciones dramáticas y a menudo violentas en que intervenían protagonistas de tipo “gauchesco”.

Hacia 1884, había logrado bastante éxito en Buenos Aires la compañía de circo de los Hnos. Podestá uno de los cuales — Pepe — era conocido con su nombre circense de “Pepino el 88”. Los Podestá incorporaron a los números de caballos del circo, una representación escénica, adaptada de una reciente novela titulada “Juan Moreira”, cuyo protagonista era un gaucho temerario, rebelde a la ley, mujeriego, peleador y fanfarrón; que desafiaba y se burlaba de la Policía que lo persiguía, hasta que fue traicionado y fue capturado. En ésta y otras obras que iniciaron el espectáculo teatral de ambiente localista, frecuentemente se presentaban “payadas”, el baile del pericón y simulaciones de duelos criollos a facón.

 

 Florencio Sánchez fue, sin lugar a dudas, el primero que aplicó en el teatro llamado “criollo” no solamente los estilos del habla gauchesca, sino también los temas dramáticos del ambiente ciudadano rioplatense de los fines del siglo XIX y principios del XX. En particular — como lo resaltara en una célebre conferencia que dió en 1908 acerca del teatro nacional — Sánchez consideraba totalmente anacrónico el teatro que llamaba “moreirista”, por su referencia a unos tipos humanos idealizados, y de hecho ya inexistentes en la sociedad rioplatense.

Su obra se inscribió en un estilo que fue denominado “realismo naturalista”; en que se procuraba presentar personajes y situaciones más actuales, en muchos casos ya no propias de la vida rural sino de la vida urbana, y que no solamente empleaban un lenguaje concordante con el de la gente común de su época, — incluyendo frecuentes modismos localistas — sino también planteando los conflictos que se suscitaban en esa sociedad crecientemente afectada por la presencia de inmigrantes y las dificultades de su inserción social.

 De tal manera. “M'hijo el dotor”, fue la primera expresión de un tipo de teatro nacional; una obra en que existen momentos de gran intensidad dramática, expresiones de ternura y de pasión, e incluso momentos de violencia; y en la que la alternación de lo trágico con lo cómico marcó un estilo que se prolongó en el teatro, el cine y aún en la actual televisión rioplatense.

Durante toda esa época, Florencio Sánchez permaneció, a la vez, como casi el único autor de teatro de esas características. En su corta carrera produjo dentro del mismo género - obras como “La gringa”, estrenada el 21 de noviembre de 1904; que es considerada una extraordinaria pintura de ambientes en que se contrastan la tendencia a la rutina con el impulso del progreso; y “Baranca abajo”, estrenada el 26 de abril de 1905, drama de la decadencia, que es considerada una de sus obras maestras.

 En un corto período de siete años, Florencio Sánchez creó unas veinte obras de teatro, casi todas las cuales fueron representadas inmediatamente con total éxito de público; entre las cuales las principales fueron:

“M'hijo el dotor”, de 1903 — una obra en que se presenta el conflicto entre las generaciones de padres e hijos que responden a las concepciones culturales del hombre de campo conservador poco ilustrado, y del hombre de ciudad, mejor educado y partidario de la modernización.

“La gringa”, de 1904 — que contrasta el personaje del inmigrante italiano - el “gringo” - caracterizado por su dedicación al trabajo y a la vida austera, y el criollo, de natural perezoso, mujeriego e inclinado a la bebida y a la holganza.

“Los muertos”, de 1905 — que presenta como personaje principal a un jefe de familia entregado al vicio de la bebida, que lo lleva a la ruina; cuestionando el alcoholismo del cual el propio Sánchez era víctima.

“En familia”, también de 1905 — que presenta el cuadro de una familia que había tenido una posición económicamente desahogada, cuyos integrantes, al enfrentar dificultades, se muestran mezquinos y ruines.

“Barranca abajo”, igualmente de 1905 — que muestra crudamente un cuadro de decadencia moral, a partir del personaje de un gaucho que pierde su campo, y cuya familia lo abandona a su suerte, para poder permanecer en ese campo.

Otras obras de mayor brevedad - llamadas “sainetes” - todas las cuales pintan cuadros fuertemente intensos de situaciones referidas a personajes y ambientes de la ciudad y la época, sobre todo de condición humilde y enfrentados a distintas adversidades: “Las cédulas de San Juan” y “Canillita” de 1904, “El Pasado” y “El desalojo” de 1906, “Nuestros hijos”, “Las curdas”, “Moneda falsa” y “Los derechos de la salud”, de 1907 y “Un buen negocio”, de 1908.

Felisberto Hernández

Felisberto Hernández

Nace en Montevideo el 20 de octubre de 1902, y muere en esa misma ciudad el 13 de enero de 1964. Es, sin duda, junto a Horacio Quiroga, el exponente más brillante de la literatura fantástica del Uruguay. Sus primeras obras fueron publicadas en modestas imprentas del interior, salvo "Fulano de Tal" (1925), impresa en Montevideo. Luego vendrán "Libro sin tapas" (1929), "La cara de Ana" (1930), "La Envenenada" (1931). Pero en esta etapa del escritor, pesa más el pianista que el creador literario.

En 1942, "Por los tiempos de Clemente Colling", marca una nueva etapa en su proceso creativo. Le sigue en ese mismo año "El caballo perdido", un libro de evocación y al mismo tiempo de análisis de esa evocación. Pero será en los relatos de "Nadie encendía las lámparas", de 1947, que la fantasía jugará su rol como elemento primordial en la construcción de su narrativa. A partir de aquí las creaciones del escritor se colocarán en un plano de equilibrio entre la memoria y la fantasía. En "Las Hortensias" (1949) primará esta última, pero en "La casa inundada" o "El cocodrilo" (1962), y en la póstuma e inconclusa "Tierras de la memoria" (1965), el equilibrio entre ambas raíces de la narración es notorio y constituye, sin duda, uno de los pilares de su belleza.

Felisberto Hernandez habla sobre sus cuentos

"Obligado o traicionado por mí mismo a decir cómo hago mis cuentos, recurriré a explicaciones exteriores a ellos.
No son completamente naturales, en el sentido de no intervenir la conciencia. Eso me sería antipático. No son dominados por una teoría de la conciencia. Eso me sería extremadamente antipático. Preferiría decir que esa intervención es misteriosa. Mis cuentos no tienen estructuras lógicas. A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento; sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma. Ella debe ser como una persona que vivirá no sabe cuánto, con necesidades propias, con un orgullo discreto, un poco torpe y que parezca improvisado. Ella misma no conocerá sus leyes, aunque profundamente las tenga y la conciencia no las alcance. No sabrá el grado y la manera en que la conciencia intervendrá, pero en última instancia impondrá su voluntad. Y enseñará a la conciencia a ser desinteresada.

Lo más seguro de todo es que yo no sé cómo hago mis cuentos, porque cada uno de ellos tiene su vida extraña y propia. Pero también sé que viven peleando con la conciencia para evitar los extranjeros que ella les recomienda."

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